Los viajes a visitar familiares, las compras de última hora, vaya se me olvido el regalode……. Todo esto es la Navidad, el Pavo, los turrones, el cordero, los mazapanes, el mantel Navideño, las sonrisas fingidas, esos abrazos interminables, esa tía pesada que no has visto desde tu infancia y te dice ¡¡¡ como ha crecido este niño ¡!!! Y tienes ya los 50, la abuela besucona, todo como cada año, esas preguntas indiscretas, esos comentarios que rozan el “código penal”, y como no esas borracheras indecentes de algún “cuñao” que otro que están cerca del coma etílico, ¡¡¡ QUE BONITA ES LANAVIDAD!!!! Y llega la hora de la cena, la tía que se siente junto a Juanito, no mejor cerca de Susana, y tu desesperado viendo que aquello es interminable estas ya deseando irte y apenas te has sentado, … a ver…. Quien ha traído el vino, dice uno de los “cuñaos” agarrándose a tu prima la del pueblo, más bien para no caerse de bruces y escornarse entre los mazapanes que con otro deseo. De repente a algún “descerebrao” se le ocurre sacar la pandereta y hala, todos a cantar villancicos como si fuesen el Orfeón Donostiarra o el Coro de la Capilla Sixtina del Vaticano, El padre con una sonrisa histérica, ya no sabe dónde ponerse, ríe muy bien no sabiendo porque, no sabe si es de vergüenza o que ya los efluvios del tintorro se le están subiendo a la cabeza. De repente asoma la cabeza la Madre, con el delantal puesto y con voz profunda “invita” a todos los comensales a que ocupen sus respectivos asientos, curioso son esos 5 minutos donde nadie dice nada, hasta se le pasa la borrachera al “cuñao” y suelta a la prima del pueblo, que por cierto ya está con los ojitos un poco brillantes y justo en ese momento, justo cuando todos están ocupando sus respectivos asientos, llaman a la puerta, y hala los “niños cantores de Viena” felicitando la Navidad y pidiendo el aguinaldo, y yo me pregunto, ¿no tienen padres esos niños?, ¿no cenan?, porque ¡!joder!! Todos los años lomismo y a la misma hora. Sentaditos todos como “Dios” manda, bueno mejor dicho como la Madre manda de repente se oye llegar por el pasillo el “séptimo de caballería” si, si, son los nietos, sobrino y demás “bestias” infames (dicho esto con todo el cariño del mundo) que quieren ocupar sus respectivos asientos y claro, ellos tienen mesa aparte y se lía el “belén”, ¿Estamos todos? Noooooooooooooooo, falta el abuelo, el abuelo como mandan los cánones, aparece más dormido que despierto con sus zapatillas y su batade cuadros (regalo de las pasadas navidades, este año le regalaran otra). Una vez sentados todos, que por cierto han transcurrido dos horas desde mi llegada, y antes de empezar a “devorar”, se da gracias esperando estar juntos las Navidades siguientes y yo me digo para mis adentros, ni una más, por estas que son dos cruces, ni una más; El padre tomando el mando dice, ya podéis empezar, bueno, ya os podéis imaginar, pásame los canapés, a ver ese jamón, las croquetas están de p.m, esos esparragosssssssssssssss, el “cuñao” solo se fija en la prima del pueblo que tiene enfrente, el vino, saca el bueno, a ver para el jamón mejor rosado, y el blanco para el marisco, en fin el “desembarco de Normandía” no fue nada comparado con el principio, y de repente nadie se da cuenta que alguien falta, todos atiborrándose a comer como si fuese el ultimo día de sus vidas, es la Madre, la que falta, se le llama y aparece con el delantal por supuesto y dice, que no os gusta, no que te sientes ya de una vez, ya y quien hace los langostinos a la plancha, en fin. Después de vaciar todos los platos de entremeses, llega el plato fuerte y ¡¡¡joderr!!!! Pavo, cordero, lubina, mejor que en el hotely yo me pregunto, ¿Dónde están los cocineros? Porque yo no he visto a ninguno, solo a la Madre con el delantal puesto que apenas a probado bocado y no para de sacar platos y mas platos. De repente como por arte de magia, todo es silencio, todos con la boca llena, nadie rechista solo se oye el runrún del televisor, dando uno de esos programas insufribles que emiten todos los años por estas fechas. Y cuando estamos en lo mejor, el Padre con voz ronca dice, silencio que el Rey va hablar, y todos como estatuas escuchando el mensaje Navideño que poco se diferencia del anterior, y curioso ya puedes ser monárquico, separatista, republicano , anarquista, que todos se quedan “atontados” escuchando y cuando termina de hablar, todos aplauden, insólito pero cierto y empiezan los comentarios sobre el discurso, que si a estado bien, que así se hace, muy bien, en fin todo es debido a los efluvios del alcohol, no tiene mayor importancia. Claro está que en llegando al final, los eructos y demás guarradas, empiezan aparecer, es que es muy pesado, uff como estaba esto, pero joder, si habéis comido en una hora lo de toda una semana, que queréis, porque así es, la Madre, se ha pasado unas 5 horas o más preparando todo, ella sola, con su delantal por supuesto, y en menos de una hora se han ventilado 20 kilos de comida. Y llegan los postresssssssssssssssssssssss, joder a mi no me entra ni una pasa y encima mas, bandejas llenas de turrones, algunos de dudoso gusto por cierto, qué tiempos aquellos en el que solo había dos, el duro (duro, pero duro de verdad) y el blando, hoy los tienes hasta de calabacín, nueces, avellanas, almendras, polvorones, mazapanes y un sinfín de dulces de lo más variado y colorido. Y claro, el cava o champagne el vino dulce que no falte, hay que pasar todo eso remojándolo de alguna manera; no se te ocurra ni por un momento asomarte a la cocina, entre otras cosas oirás un grito, ¡¡¡ donde vassssssssssssss!!!!! No ves que no se puede entrar, ¡¡¡ joder ¡!!! Aquello es lo más parecido a un desastre natural o a los efectos de una bomba nuclear, jamás hubiese imaginado que en mi casa pudiese haber tantos platos de todas las clases y cubertería como para tanta gente, vasos, copas de agua, de vino, de cava, de licor, joder, yo creo que el bar debajo de mi casa no tiene tanto y tan variado, ¿Dónde estaría todo eso escondido?,; claro está que yo me dirigía al escusado, bueno, aquello parece la fila del autobús, solo falta a un señor con gorra cobrando y dándote el ticket para poder hacer tus necesidades; Llegas y como por arte de magia el comedor se ha convertido en una pista de baile, miras a tu alrededor y te preguntas donde habrán guardado la mesa, las sillas y todo lo demás, en fin debe ser uno de esos milagros de la Navidad, y claro está, empieza la juerga, de repente, se oye un ruido seco, como si se hubiese caído un saco de patatas, nada el “cuñao” que se hostio, nada de importancia, la prima del pueblo ya despendolada como mandan los cánones empieza con sus villancicos de “pueblo”, si esos tan simpáticos como, en el portal de Belén hay un viejo haciendo botas, se le escapo la cuchilla y se corto las pelotas, ande, ande, ande la marimorena, y cosas así. ¿No nos olvidamos de alguien? Por supuesto, los niños graciosos ellos, empiezan con sus “bromitas” que si petardos, que si polvos pica pica y otras lindezas, vamos como para echarlos a los leones. Qué bonita la cena de Nochebuena, y después de unas horas, la cabeza está a punto de estallar, el estomago hecho polvo, las piernas te tiemblan, miras a tu alrededor y empiezas a ver al “cuñao” y a la prima del pueblo, llorando, contándose sus penas, al abuelo en un sillón mas dormido que un tronco, al padre hablando no se sabe muy bien de que con alguno de los comensales, a la tía con la pandereta en la mano dando saltos como una esquizofrénica cantando ya los villancicos en ingles como si fuese del mismo Londres, de repente asoma la cabeza la Madre y dice, que alguien quiere chocolate y churros, ¡¡¡ joderrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!! Esto no se acaba nunca. En fin así es o por lo menos era la cena de Nochebuena. Te llevas un recuerdo para toda la vida y un mensaje interior, ¡¡¡¡ NUNCA MAS ¡!!!!!!!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡ FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO ¡!!!!!!

Juan Garcia Villaraco y Sanchez Montañez
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